miércoles, 12 de abril de 2017

PERSONAJES DE MI ENTORNO II

El cani: dícese del especimen humano que presenta una serie de características físicas y especialmente comportamentales que lo definen como perteneciente a una quasi subespecie distinta del común de los mortales. Se trata de una tribu muy variopinta con un amplio espectro de variabilidad.
En lo que se refiere a su aspecto físico el macho suele adoptar distintos tipos  de pelaje según la moda. En la actualidad, el más definitorio, sobre todo en verano, es una especie de cresta en la parte superior de la cabeza que sobresale del resto del cráneo rapado. Como vestimenta predilecta sobresale la camiseta de tirantes y el bañador en cualquier circunstancia (en la playa, en la calle, en el juzgado, en la policía, en la consulta del médico, etc.). Como coraza protectora suele llevar un Audi (también BMW y los menos afortunados un Seat León) de color negro con los cristales tintados. En algunos casos es difícil averiguar el color natural de la piel porque los tatuajes cubren un porcentaje apreciable de la misma.
La hembra de esta tribu también presenta características propias tales como un enorme moño, tipo Amy Winehouse, un exceso de maquillaje, ropa lo más voluptuosa posible que remarque sus posibles encantos naturales y, en ocasiones, porta un chándal que en la parte correspondiente al trasero suele mostrar una especie de slogan tal como “Kiss me”.
Utilizan una forma de comunicación muy peculiar con una terminología propia, inentendible para el resto de los humanos, con un uso prolijo de tiempos verbales específicos tales como  “juguemos y le ganemos y lo bien que lo pasemos”. El tono de voz suele ser bastante alto, como para dejar constancia clara y concisa de sus aseveraciones.
En cuanto al comportamiento de estos seres lo podemos resumir diciendo que las normas de convivencia que son propias del resto de los humanos no llegan a cuadrar definitivamente con su filosofía vital. El cani no respeta, se cuela donde puede, vocifera en lugares públicos, conduce como un poseso pasándose el código de circulación por el mismísimo arco del triunfo y tiene a gala ser y sentirse analfabeto a pesar de todos los medios que hoy en día tiene a su alcance para culturizarse, si quiere. Eso sí, es un obseso de los medios de comunicación informáticos y debe poseer a cualquier precio el último modelo de smart phone con el que pasa la mayor parte de su tiempo mirando con fruición la pequeña pantallita ajeno al paso de la vida.
En verano frecuentan las playas y en ocasiones se pueden observar ejemplares que montan en esos horribles artilugios denominados “motos de agua” que representan todo aquello de lo que abominan los auténticos navegantes. Para ellos, lo que mola es que te vean y no tienen reparos en acercarse a la zona de bañistas a toda velocidad para mostrar su capacidad y dominio del artilugio en cuestión. No tiene la menor importancia el riesgo que supone para los demás y para ellos mismos. En su cerebro la posibilidad de consecuencias de sus actos no ha establecido su circuito, está desierto. Cuando se aburre se dedica a dar vueltas alrededor de los veleros levantando molestas olas para fastidiar al personal.
Esta variable humana se encuentra en expansión, al contrario de otros seres con los que compartimos el planeta y que encuentran difícilmente  su camino evolutivo para seguir viviendo en este planeta. Muy al contrario, el cani se reproduce exponencialmente y, en algunas localidades, han llegado a constituir comunidades que exportan su modus vivendi al resto de la población.

Y en el fondo ¡es que son unas criaturitas tan adorables! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradecen los comentarios

Compártelo