domingo, 9 de septiembre de 2012

Con acento andaluz


Hace unos días regresé de pasar unos días en las islas Canarias. He tenido ocasión de ver con mis propios ojos el resultado de tierras calcinadas por el criminal incendio que arrasó parte de la isla de la Gomera, incluyendo parte del parque nacional de Garajonay, una de la mejores formaciones vegetales de laurisilva, restos de la era terciaria: un irrenunciable tesoro natural que tenemos la obligación moral de proteger. Afortunadamente, solo la quinta parte de la reserva se ha visto afectada pero tendrán que pasar unos ciento cincuenta años (declaraciones del catedrático de botánica de la universidad de La Laguna) para volver a tener el esplendor perdido.
Preocupado por el tema,  me interesé por la evolución del problema y, tanto en radio como en televisión, procuré informarme de la forma más directa posible. Y, lo que me encantó sobremanera, dejando en un aparte la tragedia de los incendios,  fue que, en ningún momento, los profesionales de la comunicación canaria intentaban ocultar ni camuflar su forma materna de habla, antes bien, parecían muy orgullosos de su acento, de su entonación y de su forma particular de decir las cosas. Desconozco si esto está generalizado en todo el territorio pero, al menos lo que yo oí, mostraba un cierto nivel de orgullo por su forma particular de comunicación hablada, que no desmerecía un ápice un alto nivel de cultura.

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