Muchas personas piensan y siguen
actuando como si Charles Darwin no hubiese existido nunca. El refugio urbanita
donde el humano se esconde hace que parezca que la naturaleza sea algo distante,
lejano, que no nos incumbe en modo alguno. Alguna excursión a un parque natural, ver un documental
de la 2 o llevar al niño a una granja escuela parece ser suficiente en una gran
mayoría de personas para mantener ese contacto primitivo que, a veces, nos pide
el cuerpo, como una llamada imperiosa a nuestros orígenes.
El desarrollo de ciencias
actuales como la biogenética, los avances de la tecnología que nos permiten seguir
el camino de indicadores moleculares a través de los individuos y las especies,
como por ejemplo el ADN mitocondrial, no hace otra cosa que confirmar, cada vez
con mayor fuerza, que somos parientes muy próximos de los animales,
especialmente de los primates y que compartimos un porcentaje genético altísimo con los chimpancés, nuestros primos, por llamarlos
de alguna manera.
Por todo ello me asombra
sobremanera que algunas investigaciones, como la noticia que adjunto, levante
auténticas polvaredas como si fuesen
novedades o primicias de inusitado valor. A ver si nos enteramos de una vez por todas: el mundo
cognitivo y emocional de los humanos no surge de la nada (por mucho que lo
pretendan las distintas religiones que quieren hacer del humano un demiurgo formado a imagen y semejanza de los dioses). La mayor parte de las funciones
cognitivas y emotivas de los humanos tienen una función precursora en los
animales próximos a nosotros, evolutivamente hablando. La Etología y la Veterinaria cada vez aportan
más a la Psicología y a la Medicina.
Y aunque la burbuja urbana nos aísle
del mundo natural, seguimos por ahora respirando aire, y el oxígeno lo producen
las plantas y las plantas necesitan suelo y agua, aunque muchos por codicia y
otros por desidia pretendan edificar todo el suelo disponible destruyendo los
sistemas naturales que nos mantienen vivos.
Para leer la noticia a la que hago referencia, pinchad aquí