El acceso de profesores y alumnos
a las nuevas tecnologías de información y comunicación es una condición
indispensable para la adecuación de nuestras instituciones y centros educativos
a la época que nos ha tocado vivir. Si la escuela es un reflejo de la sociedad,
y algunos creemos que puede llegar a ser una herramienta poderosa de cambio
social efectivo a través del relevo generacional, todo aquello que la sociedad
utiliza en su desarrollo debe tener su reflejo y eco en la escuela. Pero las
máquinas por si solas no representan el cambio. Es preciso una nueva conciencia
profesional, un cambio de metodología, incluso de paradigma, para poder
utilizar estas nuevas técnicas con todo su poder y eficacia educativa.
En este artículo publicado en el
periódico El País, Pablo Linde reflexiona de una forma interesante sobre estos asuntos.
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